No quiso decir con esto que el ser humano descendía directamente del mono, no, sino que los primeros antecesores nuestros eran todavía muy parecidos a los monos antropomorfos; es decir, con
formas parecidas a las de los humanos, como el gorila, el orangután y otros monos.
Explicó en su obra:
“Darwin nos ha dado una descripción aproximada de estos antepasados nuestros, estaban cubiertos
de pelo, tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles (…) una raza de seres antropomorfos
Continuó diciendo Engels: “Todos los monos antropomorfos que existen hoy en día pueden permanecer en posición erecta y caminar apoyándose únicamente en sus pies; pero lo hacen solo en casos
de extrema necesidad y con torpeza. Caminan habitualmente en actitud semierecta, y su marcha incluye el uso de las manos. La mayoría de estos monos apoyan en el suelo los nudillos de las manos
y, encogiendo las piernas hacen avanzar el cuerpo entre sus largos brazos, como un cojo que camina
con muletas… Pero ninguno de ellos ha pasado de ser un mono (...)”.
El proceso de evolución del ser humano lo atribuyó al trabajo. Por eso Engels en su libro comienza así:
“El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en economía política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los materiales que el hombre convierte en riqueza. Pero el trabajo es muchísimo más que eso. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre”.
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